«religiosas» no son tan amigables, generosas y amables como otras que no hacen profesión religiosa alguna. Sin embargo, la santificación, en el lugar que le corresponde, es tan importante como la justificación. La sana doctrina protestante y evangélica es inútil si no va acompañada de una vida santa. Peor que inútil: es perniciosa. Las personas lúcidas y perspicaces del mundo la desprecian como algo irreal y vacuo, lo cual conlleva escarnio para la religión. Tengo la clara convicción de que precisamos
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